
Y menos mal que lo hice, porque fue girar la esquina y echar la pota. Bfff... que mal lo pasé hasta llegar a mi piso, no se lo deseo a nadie, en serio. Os juro amici, que la fiebre me hacía ver cosas raras, los sonidos de la calle bajaban de intensidad y se amplificaban al momento, y prometo que durante la cena no pedimos psicotrópico alguno.
A duras penas llegué a mi piso, no había nadie. Nerea estaba de cena también. Ella fue la que me ayudó a llegar a mi habitación cuando entró y me vio muerto de frío en el sofá.
- ¿Qué haces ahí Enzo?
- No me encuentro muy bien, debo tener fiebre.
- Ya te había dicho yo que esta mañana hacía demasiado viento como para ir a correr por la playa. ¡Mira que eres cabezón!
- Sermones ahora no, Nere, en serio, por favor.
- Sermones, sermones...Aii... si es que no estás "pa ná".
En fin, lo que iba a ser una gran noche acabó con el spaghetti debilucho en cama, con 40 de fiebre y un dolor de estómago enorme. Eso me faltaba. Menos mal que esta mañana Nerea se ha acercado a la farmacia de nuestra calle y me ha traído algunos medicamientos que de momento me están yendo muy bien.
Moraleja: Enzo, déjate las locuras para cuando estés en forma y no para el primer día que decides salir a hacer algo de ejercicio.
¡¡¡Espero recuperarme para nochevieja porque si no, me mueroooo!!!
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